Por Bernardo Veksler
La región austral tiene una fecunda historia de luchas
obreras, aunque no son muy conocidas. En las últimas décadas, hubo intentos de
historiadores y periodistas por sacar a la luz esas confrontaciones sociales.
En Punta Arenas se gestó una poderosa fracción de
la oligarquía argentina. Los estancieros se enriquecieron aceleradamente
ocupando las tierras y exterminado a los nativos.
Ese desarrollo convocó a miles de trabajadores. No
llegaron solos, muchos de ellos trajeron consigo su rebeldía. Su capacidad de organización les permitió superar las
dificultades climáticas y generar las inéditas movilizaciones y huelgas de la Patagonia Rebelde y hasta una reedición
de la Comuna de París en Puerto
Natales. Ese proceso llegó a ser calificado como
“el más importante proceso de lucha social de América Latina”.
En los
últimos meses se sumó un nuevo hecho a esa legendaria historia, al conocerse la
rebelión de los balleneros y su “revolución socialista” en las Georgias del Sur.
UNA
FACTORÍA BALLENERA EN EL ATLÁNTICO SUR
A
mediados del siglo XIX, los navegantes del hemisferio norte descubrieron que
existía una enorme riqueza virgen en los mares australes. Llegaron decenas de barcos
para convertir en aceite a millones de cetáceos y lucrar con el abastecimiento de
las luminarias de las ciudades europeas y norteamericanas.
La
depredación de lobos y elefantes marinos fue tan grande, que en pocos años
desaparecieron enormes colonias que habían perdurado durante milenios. Luego,
los cañones apuntaron hacia las numerosas ballenas.
En
las aguas del Atlántico sur se encontraba, entre otras, la famosa ballena azul
de 150 toneladas de peso. Con el aceite y otros subproductos extraídos se podía
“ganar 2.500 libras” por ejemplar (1). En 1912 varó en Grytviken el mayor
cetáceo jamás capturado: una ballena azul que
medía 33,58 metros (2).
Las
Georgias del Sur están ubicadas a 1.300 kilómetros de las Malvinas y a 1.700 de
Tierra del Fuego, y en el mismo paralelo que Ushuaia. Allí se desarrolló el
centro de operaciones ballenero del Atlántico Sur.
En
1904, la Compañía Argentina de Pesca (CAP) -una sociedad entre la empresa argentina de Ernesto Tornquist y
capitales noruegos- se instaló en Grytviken con dos
veleros, a los que posteriormente sumó una veintena de barcos. Ese año pudieron
capturar 195 cetáceos. Pero, en algunas temporadas se llegaron a procesar 95
mil ballenas.
Hubo
varios centros productivos: Grytviken fue el primero y permaneció activo
hasta 1965, Leith operó
entre1909 y 1933;
Prince Olav (1916 -1934), Stromness (1912 -1931), Nueva Fortuna (1909 -1920) y Godthul (1908 -1929) (3).
UNA FACTORÍA
CON MÁS DE MIL OBREROS
La actividad
ocupaba a muchos operarios, “un porcentaje menor y calificado en la pesca, y
una participación – menos especializada- pero bastante mayor, involucrados en
el procesamiento”. Los obreros que participaban en esas “duras tareas”, se
integraban a la industria por “distintos incentivos, en primera
instancia algunos continuaban la tradición de sus orígenes o de sus
familias, una mayoría se unía por el atractivo de los buenos
salarios, y otros se sumaron tomando en cuenta que las condiciones
de trabajo se habían vuelto menos rígidas, mejor organizadas al operar en
flotillas, con apoyos de radio, médicos, etc.” (3).
La gran mayoría de
los balleneros eran noruegos. La población oscilaba entre un millar de habitantes
en el verano (llegando
a unos dos mil en ciertas temporadas) y unos doscientos en invierno. Predominaron
los nórdicos pero también se sumaron argentinos, chilenos y uruguayos.
La
elevada rentabilidad de la industria permitía pagar excelentes salarios y en
Grytviken se podía gozar de una vida confortable. Algunos
trabajadores de las factorías vivieron en el lugar con sus familias. La aldea contaba con cine, cancha de fútbol, iglesia, hospital,
panadería, carnicería, estación de radio, biblioteca, tres muelles, un dique
flotante y una usina hidroeléctrica. También
operaron trayectos ferroviarios para el transporte de cargas.
La
CAP llegó a producir mil barriles de aceite diarios, además de procesar la
carne, los huesos y otros subproductos de las ballenas.
LA REVOLUCIÓN MÁS AUSTRAL DEL MUNDO
De las luchas libradas por los obreros patagónicos, en
las primeras décadas del siglo XX, existen testimonios y literatura que aportaron
a su conocimiento. Pero, hasta ahora se ignoraba lo ocurrido, en esa misma
época, en Grytviken.
Pablo Fontana publicó recientemente un libro que aborda
la pugna de las grandes potencias y la política de Argentina y Chile en la Antártida,
entre 1939 y 1959. En un capítulo de ese trabajo, el investigador del CONICET
dio detalles de la ignorada sublevación obrera ocurrida en las Georgias.
“A
principios de 1920 en Grytviken, a poco más de dos años de la Revolución de
Octubre en Rusia, un grupo de treinta y seis trabajadores contratados en Buenos
Aires organizó una huelga en la que se sumaron doscientos trabajadores del
lugar, salvo tres a los que se consideró expulsar de la isla. Los huelguistas
amenazaron con atacar a las autoridades británicas y declarándose bolcheviques
intentaron instaurar un gobierno siguiendo el modelo soviético bajo ideales
marxistas además de plantearse como objetivo la organización de todos los
trabajadores balleneros del mundo. Los revolucionarios lograron hacerse del poder en la isla…” (4).
El
historiador amplió los detalles de lo ocurrido: “Esa historia es
impresionante y se sabe poco de ella. Solicité documentos al archivo histórico
en Puerto Argentino, donde se explica que el conflicto” con la CAP “se originó
porque los trabajadores exigían que les pagaran en moneda argentina, entre
otras mejoras. Al no recibir respuesta, decidieron nada menos que tomar el
poder en la isla, declarándose “bolcheviques”, y proclamaron “la primera
república socialista fuera de Rusia”. Tomar el poder en ese contexto para los
200 trabajadores no debe haber sido muy difícil. Allí había un gerente noruego
y una autoridad británica –una suerte de juez de paz– quienes dejaron
testimonio de haberse asustado mucho cuando los trabajadores se pusieron
violentos al no recibir respuestas. El poder lo tuvieron por unos diez días,
hasta que llegó por casualidad un crucero de guerra británico…” (5).
El 17
de enero de 1920, “el crucero británico HMS
Dartmounth comandado por el capitán H.W.W. Hope arribó a Grytviken y envió
un grupo de marinos armados bajo el mando del teniente Moon que reprimió y
desarmó a los trabajadores. Los líderes de esta pequeña revolución comunista
fueron deportados el día 21 en dos arponeros a territorio continental
argentino. Los trabajadores de las Georgias del Sur quizás con la experiencia
de la “Semana Trágica” de enero de 1919, fueron de esta forma la vanguardia
desconocida que se adelantó a los eventos de la Patagonia Rebelde” (4).
Fontana
constató que luego de haber sofocado la rebelión “los
líderes fueron expulsados a Buenos Aires. No existe información clara sobre
quienes fueron” (5); como tampoco sobre la represión y las consecuencias que pudieron
sufrir al llegar al país.
El joven historiador
procura avanzar sobre esos detalles ocultos: “Contacté a historiadores noruegos
de la industria ballenera que me van a facilitar los nombres de aquellos
huelguistas, a ver si alguno tuvo participación en las luchas obreras del
continente y si existe relación entre los tres episodios (La Patagonia Rebelde,
la Semana Trágica y la sublevación en Georgias)” (5).
Más allá de lograr estas
precisiones, la revelación permite mensurar la magnitud de la rebeldía obrera existente,
que llegó a manifestarse hasta en las puertas
de la Antártida.
NOTAS:
1-
Laurio
H. Destefani. Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur (Buenos Aires, 1982).
3-
La
Actividad Ballenera. www.histamar.com.ar
4-
Pablo Fontana. La Pugna Antártica
(Guazuvirá Ediciones. Buenos Aires, 2014).
5-
Pablo Fontana. Entrevista publicada en el
diario Página 12 (15/12/2015).
Publicado en la Revista Fuego N°3, de noviembre de
2016.
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