22 octubre 2009

Colonia criolla en España
Perfiles argentinos

Por Bernardo Veksler

Con la masiva emigración argentina se está constituyendo una inédita provincia ultramarina, donde prevalece una escasa expectativa de retorno.
La cuarta parta del millón de emigrantes decidió radicarse en España. El alto grado de capacitación, que tiene como característica predominante, posibilita la conquista de simpatías y que muchos de sus miembros trasciendan.
El 35 por ciento de los científicos que se fueron del país están aportando sus conocimientos en territorio español.
Entre los que homologaron sus títulos universitarios, los argentinos superaron a los de cualquier otro país.

Madrid.- Las expectativas generadas por el cambio de siglo rápidamente se esfumaron para los argentinos. Crisis y represiones recurrentes provocaron una aguda desesperanza y muchos de ellos volvieron sobre los pasos emprendidos por sus abuelos en la búsqueda de otros horizontes.
En un corto lapso, emigró del país una cantidad de ciudadanos superior a la población de la gran mayoría de las provincias argentinas. Se estima que los argentinos residentes en el exterior rondan el millón de individuos, el doble de los que había cuando se reinstaló la democracia, en 1983. En los despachos oficiales se los empieza a considerar como parte de una eventual provincia ultramarina.
Como dato colateral, cada emigrante, en promedio, remite a los suyos unos 680 dólares al año, ocho veces más de lo que ingresaba por ese concepto en 1980.

La frente se marchita sin volver

Las anteriores migraciones fueron fruto de persecuciones políticas. Los exiliados desde el primer día de su nueva condición ansiaban retornar y así lo hacían cuando cambiaban las condiciones en el país. Nunca se había llegado a las magnitudes actuales y a presentar semejantes características de irreversibilidad.
A pesar de algunos contados retornos y de las afirmaciones oficiales en ese sentido, existen signos de permanencia del fenómeno. Según cifras publicadas por la Dirección Nacional de Migraciones, durante 2004 casi 30 mil compatriotas emigraron, un 45% más que el año anterior.
A partir de 2000, la colonia argentina en España se decuplicó. Entre 1995 y 2000, el promedio de los residentes alcanzaba a 17.068 personas. Luego, la curva se disparó hacia arriba como un corcho de sidra, alcanzando en la actualidad una cifra próxima a los doscientos mil. A principios de 2005 se encontraban registrados 81.878 argentinos en la sede consular de Barcelona, 38.619 en la de Madrid y 30.495 en la de Vigo.
Este notable crecimiento de la comunidad argentina se reflejó también en la evolución de los alumnos inscriptos en el sistema educativo español que pasaron de 7.600 en 2001 a 22.848 en 2004.
Se estima que unos 65 mil cuentan con ciudadanía española, italiana o de otros países europeos. Según los padrones municipales, los que carecen del amparo de la doble nacionalidad son unos 135 mil individuos. Casi la mitad de ellos se registraron durante 2003. Pero las estimaciones de las entidades que representan al colectivo argentino en España elevan la cifra total de residentes a 250 mil personas. Entre los que se cuentan varios miles que no lograron legalizar su situación. En el período de regularización habilitado en 2005 sólo 24 mil argentinos lograron su permiso laboral.
Pese a la precariedad laboral y la incertidumbre que afecta a gran parte de los emigrados, el 95 por ciento de los que se encuentran indocumentados dice sentirse a gusto en la península; el 68 por ciento afirma que no regresaría a la Argentina aunque tuviera trabajo, y sólo uno de cada tres asegura que volvería en el caso de que las cosas en el país mejoren. Tal diagnóstico surge de las 12.100 respuestas recogidas por el censo de ciudadanos indocumentados en España, efectuado por el Ministerio del Interior del gobierno argentino.
Dicho muestreo revela que en la corriente migratoria prevalecen con nitidez los provenientes de la ciudad de Buenos Aires y su conurbano. En tanto, que en la pintura del emigrado que compone la estadística oficial española, predominan los pertenecientes a la clase media y los que cuentan con estudios superiores, con una edad promedio de 35 años.
Estas características hacen que el común de los españoles los visualicen como cultos, capaces y emprendedores y es el sustento del buen trato que reciben en general los argentinos radicados en la península. En ese sentido, el Centro de Investigaciones Sociológicas dio a conocer, a fines del año pasado, un trabajo conocido como "Latinobarómetro", donde se consultó a 2500 españoles en 49 provincias sobre el país de América Latina por el que siente más admiración. Argentina, con un 20,4%, fue el que encabezó de lejos las preferencias españolas. Muy distantes se ubicaron México con el 5,8%, Cuba 4,5%, Brasil 4,1%, Venezuela 3,8% y Chile, con el 2,4%.

Fuga de cerebros

En 2004, un total de 2.603 profesionales argentinos lograron que su título fuera homologado académicamente. Las “Resoluciones favorables de homologación de títulos extranjeros universitarios”, elaborada por el gobierno español en ese año, revelan que los expedientes de los graduados argentinos encabezan con holgura a los presentados por cualquier otro colectivo proveniente de países de América o de Europa y que, en su gran mayoría, son graduados en medicina, ingenieros y arquitectos.
En ese mismo estudio se incluyen otros datos interesantes. Del total de títulos presentados para ser homologados, el 30 por ciento (casi seis mil) fueron argentinos. Tal cantidad equivale al cuarenta por ciento de los que egresan cada año de la Universidad de Buenos Aires.
Argentina cuenta con la más alta oferta de recursos humanos calificados del continente; como reflejo de ello, unos siete mil de sus científicos se encuentran radicados en el exterior. Un 35 por ciento de ellos despliegan sus conocimientos en España.
El éxodo de cerebros se viene produciendo como un goteo constante y no sólo como consecuencia de la última crisis. Por ejemplo, de cada millar de argentinos que se radicaron en Estados Unidos, 191 fue personal especializado.
El sicoanalista Arnoldo Liberman cree que “la diáspora argentina fue extraordinariamente privilegiada, muchísima gente que vino en el 76 era gente destacada en la vida de Buenos Aires. Traían un aval cultural, ideológico, intelectual, sumamente sólido. Era como si se hubiera seleccionado en la Argentina quien tenía que venir. Fue por la represión, pero, en última instancia, los que vinieron tuvieron un nivel muy sólido. Luego vinieron otras oleadas y tengo la impresión que también hubo gente interesante. Que una persona diga en un momento determinado, yo tengo que ver que pasa en otro lado, ya me parece una inquietud particular, ver que pasa del otro lado de la Luna...”
Además de su abrupta irrupción por tierras hispanas, los argentinos se destacaron rápidamente en el mundo del espectáculo, en el de la publicidad, la literatura, el periodismo, el psicoanálisis, la odontología y hasta en la grafología. Así, se fue generando un consenso del alto nivel de capacidad y labor creativa gestados en el Río de la Plata en tiempos de aguda crisis.
Pero la gran mayoría de los miles de argentinos residentes en tierras españolas escriben su historia cotidiana con esfuerzos y sin estridencias, con la ilusión de prosperar y superar las nostalgias de despedidas no deseadas y tantos afectos distantes.




Publicado en www.argenpress.com.ar 7/8/2006

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