Paradojas de un jefe de gobierno: la distancia que existe entre sus
proclamas y su política
La firma subrepticia de un convenio colectivo para los trabajadores del
Subte dejando afuera a sus legítimos
representantes, es una evidencia más de la política autoritaria y
discriminatoria que lleva adelante Mauricio Macri, acorde con su biografía
empresaria y muy alejado de sus discursos proclamando diálogo, consenso y
“ondas de amor y paz”
(Por Bernardo Veksler).- Mientras
en un acto reciente, algunos jóvenes ostentaban en sus camisetas la leyenda
“Macri es Revolución”, todo indica que, de tener éxito en sus proyectos
políticos, el líder del PRO promoverá una involución social pronunciada.
Actuando con gestos estudiados de “yo no fui”, victimizándose cada vez que puede
o que es urgido a pronunciarse, Mauricio Macri sorprende a la inteligencia con
lo paradójico de sus discursos y conductas. Cada vez que un nuevo conflicto
asoma en la ciudad, sus actitudes antidemocráticas y autoritarias salen a
escena resquebrajando la imagen de “buena onda”, “dialoguista” y “buscador de
consenso” que predica en sus discursos.
Por otro lado, contrariando sus quejas al
gobierno nacional, por falta de diálogo y poco interés en buscar consenso, sus
políticas hacia la ciudadanía porteña potencia las actitudes que dice
cuestionar. En estos días su lamento se
centró en la “línea muy agresiva” que había adoptado Scioli y proclamó su
rechazo a “que nuestra política” siga en la tendencia de “dividir, confrontar
y agredir”.
A pesar de haber declarado a Buenos Aires como
la “Capital Mundial del Amor”, Macri no toma
en serio a las negociaciones, busca imponer autoritariamente condiciones y
provoca conflictos y odios a cada paso.
A pesar de haber insistido hasta el cansancio
con su prédica por las buenas ondas, la paz y el medio ambiente, y de haber
firmado con sus adláteres de “El Arte de Vivir” un convenio para “promover el
mejoramiento de la calidad de vida de la ciudad”, las calles destrozadas, el
tráfico desmadrado y la acumulación de basura sigue creciendo irracionalmente,
sin alguna intervención política seria.
Macri prometió bajar los impuestos. Sin
embargo, no dejó de aplicar aumentos en la tasa de ABL, de sellos e ingresos
brutos, y de producir revalorizaciones de las propiedades para aumentar la
presión fiscal. No conforme con esa tendencia a meter mano en los bolsillos de
los porteños ahora pretende crear un nuevo impuesto a los combustibles y peajes.
Durante años, se lavó las manos de la
problemática del transporte, salvo para aumentar sideralmente la tarifa del
Subte, y ahora, que se vio obligado a asumir su responsabilidad con los
porteños, los somete a una parálisis del servicio por su política de imponer
condiciones dictatoriales a los trabajadores del Subte, a sabiendas que empujaba
a la organización democrática de los Metrodelegados, al ser marginados de las
negociaciones, a paralizar el servicio y a los usuarios a una total
indefensión.
Como antes ocurrió con los docentes, los
estudiantes secundarios, los internos y empleados del Hospital Borda, los
vendedores ambulantes, los cartoneros y los sin techo; hoy, con el conflicto
que provocó el jefe de Gobierno en el Subte, vuelve a aparecer la verdadera
esencia del pensamiento que nutre a su acción política. Dejando en evidencia
que la presencia en su gobierno de Abel Posse, “Fino” Palacios, Ciro James y
otros oscuros personajes no fue una casualidad, sino la médula de un proyecto
político que busca encubrirse detrás de las sonrisas prefabricadas de Macri, Michetti,
Rodríguez Larreta y Vidal.
Desde hace más de una década los trabajadores
del Subte vienen luchando por sacarse de encima a la patota de la UTA, que no
sólo los dejaba inertes ante las sucesivas autoridades, los matoneaba ante cada
atisbo de democracia sindical y los esquilmaba con su desinterés por los
salarios, sus exacciones abusivas de cuota sindical e imposiciones
convencionales. Con una acción sindical ejemplar, llevaron a la práctica un
modelo democrático de acción gremial, basado en las asambleas y el debate,
superando la metodología burocrática de convocatoria inconsulta a medidas de
fuerza. Ese proceso renovador es intolerable para el jefe de Gobierno y lo
quiere aplastar.
Macri no puede desconocer ese enorme avance democrático
consumado en el Subte. Pero, muy lejos de sus discursos de buen talante,
decidió sólo negociar y firmar con la mafia de la UTA, que no sólo desconoce a
los verdaderos dirigentes, sino que impone exacciones a los trabajadores en
descuentos de sus haberes por normas convencionales, sea o no afiliado, y por
deducción de días de paro. El acuerdo de Macri con la UTA demuestra la catadura
moral y la poca devoción democrática del líder del PRO.
Los dirigentes sindicales no deben ser elegidos
por los patrones, sin embargo Macri decidió imponer a sus gremialistas y
anunciar que no va a reconocer ni negociar con los auténticos líderes. Esto, no
puede denominarse de otra manera que una provocación, que promovió el conflicto
para intentar defenestrar a la dirigencia democráticamente elegida.
Con todo cinismo, Macri, Rodríguez Larreta y la
Vidal salieron a divulgar el nivel salarial de los trabajadores para producir
enfrentamientos con los usuarios, cuando el problema no estaba centrado en esa
cuestión sino en la maniobra que orquestaron para desconocer a la verdadera representación
gremial.
Un párrafo aparte merecen los periodistas que
tratan el tema. Algunos, directamente alineados con la prédica macrista, cargan
las tintas sobre el perjuicio que los trabajadores le causan a los usuarios y presentan
descaradamente el conflicto como “una interna gremial”. Otros, que buscan
exhibir una obsesiva neutralidad, se dedican a plantear la aparente inocente
pregunta: “¿no puede haber otra metodología que no sea el paro?”, dejando en
evidencia que la neutralidad es una línea muy fina, que tiende a deslizar a
favor de los poderosos a los que pretenden practicarla. Muy pocos señalaron la
verdadera esencia del conflicto: la provocación autoritaria de Macri, Metrovías
y UTA, el desconocimiento de los verdaderos dirigentes y la imposición de
exacciones impropias a los salarios de los trabajadores del Subte.
Mientras Macri hilvana sus propuestas
antidemocráticas, antidialoguistas y no busca el consenso, su vida transita por
caminos muy prósperos. En su declaración jurada reconoció un aumento de sus bienes del 85 por ciento el último
año, al declarar que su patrimonio suma más de 61 millones de
pesos.
Es decir que mientras despliega los hábitos aprendidos en su
vida empresaria, donde no dudó en contrabandear autos, nutrirse de las
privatizaciones y negociados con el estado, y pactar con la lacra de la
burocracia sindical, sigue aumentando sustancialmente su patrimonio. Es decir,
que continúa como toda su vida, muy alejado de las preocupaciones cotidianas de
las familias obreras y desinteresado del progreso social.
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